Famosas pantallas en negro de portátiles, luces rojas o amarillas en consolas… “el chip está mal, hay que hacerle un reballing”. La típica frase de Paulo Coelho, vamos.
La palabra “reballing” la podemos traducir como “dinero fácil” para los que practican dicha “reparación”. Y es que el proceso como tal resulta tan complicado que para qué jugársela… le damos un calentón al chip en cuestión para fundir las soldaduras en vez de cambiárselas y ale, tira millas. Mientras aguante 90 días que por ley es lo mínimo que hay que dar por garantía, ni tan mal (y eso que ahora ya ni se ofrece garantía, parece ser que es un “proceso muy complicado en el que es posible que el equipo no funcione más”. Esto lo vemos tanto en España como en Irlanda.
El problema es la formación que tiene esta gente, pues tampoco ellos tienen la culpa. Es culpa de todos esos centros de formación que ofrecen estos cursos en los que indican que así es como se repara un chip gráfico. Lo hemos visto personalmente.
Nuestro compañero Louis Rossmann ya hizo un vídeo tratando el tema, donde medio mundo se le echó al cuello. Como para no, quién se atreve a quitarle a alguien lo que le da de comer?
Al ver que había mucho agujero negro sobre este tema, hicimos un estudio propio, que engloba todos los procesos de manufacturación en ensamblajes electrónicos con flip-chips y sus variantes desde 1991, junto a la normativa Rohs, desde 2005. Pudimos comentar y contrastar esto con Louis en persona cuando fuimos a Manhattan el año pasado. Nos dijo que “la gente tiene la necesidad de creer en algo y lo defenderá si piensa que es cierto, aunque halla evidencia que demuestre lo contrario”.

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